viernes, 27 de marzo de 2015

El desarrollo de las tics, los valores, las actitudes y el entorno conforman la fragmentación de la educación y de la formación



La UIT, Unión Internacional de Telecomunicación, http://www.ongawa.org/blog/informe_uit_2013_soc_inf/  organismo que depende de las Naciones Unidas, publica un informe anual que mide el avance de la sociedad de la información y en el del año 2014 ya advirtió de un aumento en la brecha entre el entorno urbano y el rural en donde el acceso aumenta globalmente más despacio. Y esto sin hablar de los países más pobres de los que ni siquiera se tienen datos.

 

Sáez Vacas (1995) dice que la tecnología cambia rápidamente hasta la forma como vivimos, pero en cambio nuestras propias concepciones del mundo se modifican con pereza. Realmente, no podemos vivir ajenos a la sociedad y en ella sí hay desigualdades. Estas pueden ser de muy diversa índole, económicas, sociales, culturales... y por supuesto, el acceso a la red y a la alfabetización en las tics son temas que no escapan a la realidad del momento.

Otro informe de los países menos desarrollados según la IDT, Indice de Desarrollo de las Tics,  los países menos conectados se encuentran en Africa y en el sudeste asiático, así las diferencias se mantienen y aunque haya nativos digitales, aún hay un 90% de hogares sin internet en los países en desarrollo.

 

Claro que existen soluciones y oportunidades como facilitar el acceso doméstico y comunitario a la banda ancha y a un precio asequible, pero hay que tener presente otros factores como la geopolítica, el desarrollo local, la concienciación ciudadana, las estrategias de mercado...

De hecho, existen buenos ejemplos de formación en las TICS como EDUTEC, que desde hace 18 años trabaja para el desarrollo en la Tecnología Educativa y de las Nuevas Tecnologías aplicadas a la Educación y que es un referente para los países en desarrollo.
 
En definitiva, la vida es un escenario educativo constante, y en este mundo global, la pedagogía tecnológica es imprescindible. No se trata de romper con las tradiciones y con los valores que sustentan la sociedad en la que vivimos, al contrario, necesitamos adaptarnos al cambio sin perder nuestra propia identidad para generar nuevas comunidades unidas por intereses afines o valores
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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